Amigos del exilio emocional y la televisión de madrugada, uno se despierta con la noticia de que Harrison Ford será el Hulk Rojo y que Liam Neeson hará de Frank Drebin Jr. en una nueva versión de The Naked Gun, y no sabe si abrir una botella de vino o una caja de antidepresivos. ¿Qué está pasando en Hollywood? ¿Por qué los viejos galanes, los íconos de una época que ya se fue, insisten en ponerse la capa —literal o simbólicamente— y volver al ruedo como si el tiempo no pasara, como si no doliera la cadera al agacharse?
Harrison Ford, ese hombre que ya pilotó la nave del tiempo varias veces —como Han Solo, como Indiana Jones, como el tipo que sobrevivía a los accidentes de avión sin despeinarse— ahora se transforma en el Hulk Rojo. Sí, un monstruo rojo y furioso. ¡Harrison Ford! Uno pensaba que a estas alturas él estaría en una finca leyendo a Faulkner, tomando whisky con hielo y recordando sus diálogos con Sean Connery. Pero no. Le han pintado los músculos en computadora, lo han vuelto coloso, y lo han metido en una película de Captain America. Una locura hermosa, patética o brillante, no lo sé. Pero no es indiferente.
Y luego tenemos a Liam Neeson, que hace veinte años era ese actor sobrio y elegante, y que desde Taken se convirtió en el vengador cansado, el padre angustiado, el hombre con habilidades muy particulares. Ahora será Frank Drebin Jr., heredero espiritual de Leslie Nielsen, ese genio del absurdo. ¿Se imaginan a Neeson tropezando con una banana mientras dice frases solemnes con cara de funeral? Yo tampoco. Pero aquí estamos. Hollywood ha decidido que el humor debe tener voz grave y experiencia traumática.
La verdad, más allá de la nostalgia o la ironía, es que esto tiene sentido para los estudios. Las franquicias venden. Las caras conocidas dan seguridad. Y los actores mayores tienen algo que los más jóvenes aún no: historia, presencia, y un contrato que exige cámara lenta y doble de riesgo. Hay algo melancólico pero también profundamente comercial en ver a nuestros viejos héroes reaparecer como si fueran inmortales. El cine se convierte así en una especie de geriátrico glamoroso con explosiones y chistes reciclados.

Y sin embargo, no puedo evitar aplaudir. Porque hay algo admirable en la necedad de seguir. En negarse al retiro. En mirar al espejo, ver las arrugas, y decir: “todavía puedo ser Hulk. Todavía puedo hacer reír.” Quizá eso es lo más humano de todo. Tal vez estos actores no están haciendo estos papeles por dinero, ni por fama, ni por capricho… sino por el puro placer de seguir jugando. Y si jugar es lo único que nos mantiene vivos, entonces que venga el Hulk Rojo y que resucite The Naked Gun. Yo estaré en primera fila, con palomitas y un poco de ternura.
Referencias
Magic? No, no, no
Harrison Ford se vuelve loco rugiendo como Hulk en el escenario de ‘Capitán América 4′
Harrison Ford: «¿Que si me siento ridículo haciendo de Hulk para Marvel? Para eso sirve el dinero»
Captain America: Brave New World o Capitán América: Un Nuevo Mundo
Liam Neeson asume el reboot de El arma desnuda, un clásico de la comedia
31 años después: Liam Neeson se desnuda en el reboot de una comedia clásica
The Naked Gun