Javier Bardem no actúa, habita. Es de esos raros intérpretes que no declaman un guion, sino que lo sufren, lo sienten, lo viven. Uno se sumerge en su mirada y encuentra océanos de dolor, pasión o ironía, según lo exija la escena. Pocos actores han logrado lo que él: encarnar con la misma verosimilitud a un asesino implacable como en No Country for Old Men (2007), o a un tetrapléjico con ansias de morir, como en Mar Adentro (2004), película que, dicho sea de paso, debería recetarse en las escuelas de medicina y filosofía.

En The Sea Inside, Bardem interpreta a Ramón Sampedro, un hombre que lucha por el derecho a una muerte digna. No hay gritos ni sobreactuaciones; hay contención, dignidad, una mirada que lo dice todo. Bardem nos enseña que la verdadera tragedia no está en el cuerpo inmóvil, sino en la libertad negada. Y esa lección, filmada con la delicadeza de Alejandro Amenábar, permanece con uno mucho después de que terminan los créditos. Si la actuación es un arte, Mar Adentro es una obra maestra.
IMDb | Año | Título en inglés (español) |
---|---|---|
8.2 | 2007 | No Country for Old Men |
8.0 | 2004 | The Sea Inside (Mar Adentro) |
7.8 | 2012 | Skyfall |
7.5 | 2002 | Mondays in the Sun (Los lunes al sol) |
7.4 | 2010 | Biutiful |
7.1 | 2000 | Before Night Falls (Antes que anochezca) |
7.1 | 2008 | Vicky Cristina Barcelona |
7.1 | 2021 | The Good Boss (El buen patrón) |
6.9 | 2018 | Everybody Knows (Todos lo saben) |
Pero Javier también sabe divertirse, o al menos fingirlo. En Vicky Cristina Barcelona (2008), dirigido por Woody Allen, interpreta a un pintor español bohemio, sensual y caótico. La película es una postal ibérica, sí, pero su personaje, Juan Antonio, es puro magnetismo animal. Lo curioso es que, aun rodeado de dos bellezas como Penélope Cruz y Scarlett Johansson, Bardem logra que toda la atención se centre en él, con esa mezcla de melancolía y deseo que lo hace tan peligrosamente atractivo.
En Everybody Knows (2018), regresa a sus raíces hispanas en una historia de secretos familiares y tensiones larvadas. Aunque la cinta no alcanza las cumbres de otras en su filmografía, Bardem vuelve a demostrar que es un maestro del matiz: nunca es evidente, nunca da todo servido. Junto a Penélope Cruz, su pareja dentro y fuera de la pantalla, crean una tensión emocional que, aunque no explota, arde lentamente. Es cine contenido, sí, pero lleno de vida subterránea.