Cuando vi Top Gun: Maverick (2022), me dejé llevar por la adrenalina de los aviones surcando el cielo, por la nostalgia ochentera, por la sonrisa inquebrantable de Tom Cruise, que desafía el tiempo como si tuviera un pacto secreto con el diablo. Pero hubo un momento que me golpeó como un puñetazo en el alma: el reencuentro entre Maverick y el Almirante Iceman. Un duelo entre dos titanes, pero sin combates ni egos, solo una despedida contenida en una frase brutalmente honesta: «It’s time to let go».
Iceman, interpretado con una dignidad conmovedora por Val Kilmer, no solo le está hablando a Maverick: nos está hablando a todos. Es el consejo de un hombre que ha librado la batalla más difícil, la de la vida misma, y que entiende que aferrarse a lo que fuimos es un acto de resistencia inútil. Maverick, que ha pasado su existencia huyendo del paso del tiempo, enfrentando la vejez como si fuera un enemigo más, escucha esas palabras y sabe que su viejo amigo tiene razón.

Pero, ¿qué significa realmente «let go»? No es solo soltar el pasado, es aceptar lo inevitable. Maverick ha vivido aferrado a su juventud, a la idea de que siempre puede desafiar a la muerte, que la velocidad y la destreza lo salvarán una vez más. Pero Iceman, con su voz quebrada por la enfermedad, le muestra una verdad incómoda: no se puede huir para siempre. Hay un momento en la vida en que debemos dejar de pelear con fantasmas y aceptar que el mundo sigue girando sin nosotros.
Es irónico que esta lección no venga de un enemigo, sino del único hombre que alguna vez pudo igualar a Maverick en talento y orgullo. En los ochenta eran rivales; ahora son hermanos de batalla. Y cuando Iceman le dice que es hora de soltar, no es una orden militar, es una despedida. Una de esas despedidas que duelen porque sabemos que son definitivas.

Salí del cine con esa frase clavada en la cabeza. «It’s time to let go». ¿No es eso lo más difícil de todo? Soltar el pasado, las glorias, las derrotas, las personas que amamos. Pero, tarde o temprano, todos somos Maverick frente a Iceman, todos llegamos a ese momento en el que debemos decidir: seguir huyendo o finalmente dejar ir.
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